martes, 22 de abril de 2008


Hasta que la muerte nos separe


En 1990 y tras un primer premio conseguido el año anterior con el Crimen del Mes de Mayo, regresaban estos soldados legionarios para intentar estar de nuevo en lo más alto del concurso, algo que lograron porque el repertorio que presentaban era muy bueno. La música y letra de los pasodobles, clásicos, con sabor viñero eran para tener los bellitos de punta durante dos semanas seguidas, como muestra os dejamos uno de ellos.


Mi amigo Paco intentaba convencerme
de que hiciera un pasodoble dedicándolo a la Viña,
que resaltara la belleza de sus calles
y el aroma de su ambiente
que enseguida te encariña.
Qué más quisiera yo, Paquito de mi alma,
que lo que me estás pidiendo fuera una realidad,
pero resulta picha
de que mi barrio se desmorona
y que en un mismo cuarto
allí conviven doce personas
que clase de piropo le puedo echar.
Yo no muero por la Viña,
yo que vivo allí en la Viña
y me hace gracia la gente que son viñeras
tan solo en fecha de carnaval.
Quisiera ver al poeta
que escribe tan bellas letras
si tuviera la cocina apuntalá.
Qué más quisiera yo que en los callejones huela a escollera
y que la Viña fuera la casita del mar.
Pero si es que mi barrio
se está cayendo poquito a poco,
¡cómo hacerle un piropo!,
si da pena de verlo como se hunde cada vez más.

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